Cada viernes se podrá rezar el Ejercicio de las Cinco Llagas a Nuestro Padre Jesús Nazareno a través del siguiente enlace.
Cinco llagas de Jesucristo (o plagas en versiones arcaizantes) es una expresión devocional que hace referencia a las cinco heridas que recibió Jesús en su crucifixión. Estando vivo le fueron infligidas las perforaciones de ambas manos y pies practicadas por los clavos que lo asieron a la cruz; y una vez muerto y como modo de asegurarse de su fallecimiento, recibió una herida en el costado derecho, practicada con una lanza que le atravesó el tórax.
Teológicamente, el culto a las llagas recuerda la dimensión humana de Cristo al mostrarlas como emblema de su sufrimiento. Vinculan a Jesús con el Antiguo Testamento, ya que lo presentan como el cordero llevado al matadero de la profecía de Isaías.
La devoción por las cinco llagas fue iniciada por San Francisco de Asís que según la tradición —estando en éxtasis— recibió directamente del Crucificado estos estigmas en su propio cuerpo.
A partir del siglo XVI los Frailes Menores establecieron en sus principales casas de Castilla y Andalucía (Sevilla, Málaga, Jaén, Baeza) hermandades de disciplinantes cuya devoción corporativa era la Vera Cruz y que solían adoptar —junto a la cruz latina verde— el escudo de las cinco llagas como emblema identificativo.[2] Fue igualmente asumido como distintivo por las cofradías de la Sangre.La devoción a las llagas derivó en la creación de la práctica piadosa del Ejercicio de las Cinco Llagas. De igual modo, se vincula el culto a las llagas con la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
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